jueves, octubre 10, 2024

El desplome de Wall Street: máquinas vs. hombres

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La bolsa de Wall Street se enfrenta a las mayores fluctuaciones de precios desde la crisis financiera, mientras los medios muestran a los corredores de bolsa desesperados. Sophie Schimansky desde Nueva York.

El operador de mercado bursátil Peter Tuchman se agarra el cabello blanco, el mismo que en alguna época le valió el apodo de «Einstein». Y no es para menos. El Dow Jones se derrumbó el pasado lunes por momentos en 1600 puntos, una cifra nunca antes vista en la historia de ese índice bursátil. La Bolsa de Valores de Nueva York ha sido en los últimos días el escenario de la mayor volatilidad de precios desde la última crisis financiera de 2008. Y los días posteriores no trajeron ninguna recuperación; el jueves por la noche, el Dow Jones cerró a la baja con menos de 23 mil puntos. Por lo tanto, ahora se encuentra en el llamado rango de corrección: el índice cayó un diez por ciento en comparación con el máximo histórico.

La desesperación de Tuchman era real, tal como él mismo lo señala. Su foto es representativa, por eso es que el señor de 60 años con cabellera blanca, de pie mirando los indicadores bursátiles en Wall Street, ha circulado en numerosas publicaciones. La imagen de este hombre con la mirada horrorizada dio la vuelta al mundo a principios de esta semana. Dos días más tarde, en conversación con DW, el operador confiesa que se encuentra más relajado.

La culpa es de los computadores

A nivel mundial, la prensa reportó sobre mercados sobrecalentados, y se empezó a hablar de máquinas. Lo que ocurrió el lunes es que se vendieron muchas acciones en muy poco tiempo, lo que hizo que el Dow Jones cayera 800 puntos en tan sólo diez minutos. «La gente no vende tantas acciones en minutos, pero sí las máquinas”, explicó el analista Steve Grasso el lunes en el canal de televisión CNBC. En el comercio de alta frecuencia, las computadoras están programadas para negociar una gran cantidad de acciones en un tiempo corto. «Hemos creado un mercado bursátil que se mueve demasiado rápido para las personas”, dice Dave Weid, fundador de Weid & Co. y exvicepresidente de la segunda mayor bolsa de Nueva York, Nasdaq. El corresponsal de New York Times, Binyamin Appelbaum, resumió lo ocurrido en un twit: «Triste foto, cómo los comerciantes de Wall Street reaccionan al desplome”.

Disneylandia para capitalistas

Los periódicos no mostraron servidores ni computadores, pero Tuchman y sus colegas mostraban una profunda preocupación en sus rostros. «Todavía somos los rostros de Wall Street”, dice Tuchman, que ha trabajado en la bolsa de valores de Nueva York por más de 30 años y es, además, el corredor de bolsa más fotografiado de Wall Street. «Nosotros mostramos las emociones que también sienten los inversores”, dice el agente de mercado Michael «Mike” Pistillo, que hace 18 años compra y vende acciones.

A los medios les encanta capturar el estado de ánimo en la bolsa, por lo que todavía informan desde allí cerca de 30 canales de televisión (incluido DW), periódicos y agencias. Todos los días se toca una campaña que inicia y finaliza el intercambio. Los días en que una empresa sale a la venta, los corredores financieros gritan y las cámaras disfrutan. Pero aunque parezcan tan prominentes, los corredores humanos solo manejan una fracción del comercio de acciones. «Puro show, Disneylandia para los capitalistas”, dicen muchos.

Computadoras en lugar de corredores

Efectivamente, los corredores de bolsa han perdido importancia. Esto queda en evidencia al echar una mirada al estacionamiento de la bolsa en el distrito de Manhattan. En el último año ha quedado más vacío. Un poco más de 500 corredores aún trabajan con las acciones en persona, pero alguna vez hubo varios miles. «Por supuesto, muchas cosas han cambiado”, dice Pistillo, recordando sus primeros años en este trabajo.

Hoy en día, el intercambio de acciones en Nueva York es en gran medida electrónico. El centro secreto de la bolsa de comercio de Estados Unidos es un almacén en un parque industrial anodino en Nueva Jersey. Este lugar tiene muy poco en común con el imponente edificio de estilo neoclásico construido con parquet color miel que tiene en su interior a la Bolsa de Nueva York desde hace más de dos siglos. En cambio, el recinto equivalente a casi tres canchas de fútbol que se encuentra en Nueva Jersey está lleno de servidores. La gente corre por los pasillos solo ocasionalmente. El negocio de las acciones ya no necesita corredores, dice Nolan Watson, CEO de Sandstorm Gold. El personal humano que grita en la bolsa no juega, para su empresa, ningún rol.

Efecto dominó y un poco de show

Los algoritmos no tienen emociones. Es por eso que a los editores les gusta mostrar las imágenes de Tuchman y sus colegas, aunque hay poca gente que mostrar. Un buen ejemplo es lo que ocurrió la semana pasada, dice Pistillo. «En días de alta volatilidad, la gente necesita vigilar las máquinas”, sostiene. Cuando un algoritmo toma una decisión basada en un análisis incorrecto provoca la reacción de otros. En resumen, un percance computacional provocó un verdadero efecto dominó en el comercio electrónico.

Pero la gente puede intervenir. Esto es importante en momentos inesperados, tales como el «brexit» o la elección de Donald Trump como presidente. Entonces los accionistas experimentados tomaron el control del negocio, dice Pistillo. Lo mismo ocurre cuando una empresa entra a la bolsa. «Los CEOs quieren estar presentes”, agrega Pistillo. Paul Gudonis, CEO de Myomo, fabricante de prótesis de brazos robóticos, señala que «quería estar en la Bolsa de Nueva York porque ahí trabajan interlocutores de carne y hueso». Pero Peter Tuchman admite que hubo un poco de espectáculo en el momento en que lo fotografiaron. El mercado de valores está mucho más presente entre la gente desde la crisis financiera. Wall Street busca dar la apariencia de seguridad a los inversores. La idea es decirles «aquí todavía la gente puede llamar y conversar”.

Autor: Sophie Schimansky (MN/ER)

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