Los canadienses reconocen que su vida cotidiana se ha visto muy afectada por el incremento de los precios de los alimentos y la energía, ya que la tasa de inflación escaló hasta el 7.7 % en mayo, acercándose al nivel más alto en cuatro décadas.
Según una encuesta de Food Banks Canada, el precio de los alimentos aumentó más del 10 por ciento el año pasado, lo que obligó a casi una cuarta parte de los canadienses a comer menos. Este porcentaje alcanzó el 50 por ciento para quienes cuentan con ingresos anuales inferiores a los 50,000 dólares canadienses.
“Aumentaron los precios de todas estas marcas de arroz. El precio del arroz producido en Estados Unidos experimentó un aumento de alrededor del 40 %. Antes nos costaba menos de 10,000 dólares canadienses (alrededor de 7,600 dólares estadounidenses) enviar un contenedor por transporte marítimo, pero ahora gastamos más de 10,000 dólares canadienses”, manifestó Weng, gerente de Huatai Supermarket en Toronto.
El Banco de Alimentos de Toronto recibía a unas 60,000 personas cada día antes de la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, la organización benéfica entregó alimentos a más de 170,000 personas solo en junio.
El economista canadiense Atif Kubursi señaló que las personas con bajos ingresos son las más afectadas y reconoció que la inflación está “castigando a los pobres”.
“Los trabajadores pobres, las personas que viven con ingresos fijos, las personas jubiladas y aquellas cuyos ingresos probablemente no se han ajustado a la inflación, son los que soportan la peor parte de la inflación”, apuntó Kubursi.
El Gobierno canadiense atribuyó la inflación desorbitada al conflicto en curso entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, los economistas coincidieron en que es causada por un efecto combinado de la pandemia, la relajación cuantitativa y la interrupción de la cadena de suministro.