Los compradores han ciertamente abandonado los mercados de renta variable, en Europa, por lo menos. Si bien las cotizaciones diarias en EEUU tendieron al alza, con ganancias de 5% durante la semana pasada, Europa aún se hunde bajo la lentitud de este sombrío fin de año.
Como siempre, Donald Trump mantiene bajo presión a su gobierno al continuar el cierre a nivel federal. Esto era de esperarse, pero al menos en EEUU, la renta variable todavía se vende.
Los inversionistas empezarán el 2019 en su mayoría como terminaron el 2018: con nerviosismo y preocupación por la volatilidad. Esto, por tanto, exhorta a un proceso cuidadoso de asignaciones.
Los niveles de las valoraciones han cambiado, por supuesto, pero el apetito por el riesgo solamente regresará si cuenta con el impulso de un catalizador significativo. Dicho catalizador podría hallarse en los resultados anuales corporativos, pero esto podría no ser suficiente.
Aunque no necesariamente deberíamos temer lo peor, los tiempos han cambiado. La deflación de los múltiplos y el crecimiento disminuyeron por el proteccionismo y ahora están en el menú de año nuevo.
En el Mercado de renta fija, el diferencial entre el Bund alemán y el bono del Tesoro francés a 10 años se estrecharon considerablemente (250 pts base) en vísperas de la confrontación entre Italia y la euro zona. Esto significa que el riesgo político llega con un costo, pero que dicho costo es no obstante difícil de determinar.
La economía británica pagará un precio por el Brexit. Y en Francia, asimismo, también habrá un costo relacionado con la intranquilidad social (una baja en el PIB). Esto no deberá frenar a los inversionistas. Pero en el 2019, quienes se percatan de que sus activos están al precio correcto serán los mayores ganadores. Lo cual es más fácil en la teoría que en la práctica.
Por: Igor de Maack, gestor de fondos y vocero, DNCA, filial de Natixis IM