Donald Trump ha reavivado su intención de anexar Groenlandia a Estados Unidos, generando un terremoto geopolítico incluso antes de asumir su próximo mandato. Con la afirmación de que esta medida es «absolutamente necesaria para la seguridad nacional», Trump no descarta emplear presión económica o militar para lograrlo. La propuesta, que inicialmente fue descartada como absurda por la primera ministra danesa Mette Frederiksen, vuelve ahora con mayor fuerza, desatando tensiones internacionales.
Groenlandia: Codiciada por su estrategia y recursos
Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca, está en el centro de la disputa debido a sus vastos recursos naturales y su posición estratégica en el Ártico. La retirada del hielo por el cambio climático ha hecho más accesibles yacimientos de petróleo, gas y tierras raras, indispensables para tecnologías verdes como turbinas eólicas y vehículos eléctricos. Además, el deshielo abre nuevas rutas marítimas que reducen la distancia entre Europa y Asia, algo que también beneficia a intereses militares.
Estados Unidos ya tiene presencia en Groenlandia desde hace décadas, con la Base Espacial de Pituffik sirviendo como un pilar en su estrategia de defensa. Para Trump, estos elementos convierten a Groenlandia en una pieza esencial en el tablero geopolítico, especialmente frente a las crecientes influencias de Rusia y China en el Ártico.
¿Una nueva doctrina Monroe?
La estrategia de Trump evoca la Doctrina Monroe, que desde el siglo XIX dicta que ninguna potencia hostil debe establecerse en América. Ulrik Pram Gad, investigador del Instituto Danés de Estudios Internacionales, señala que esta visión podría estar detrás de los recientes movimientos de Trump. Preocupaciones sobre una posible presencia china o rusa en Groenlandia podrían estar avivando su interés.
Sin embargo, los groenlandeses, encabezados por su primer ministro Mute Egede, han dejado clara su posición: quieren independencia, no depender de Dinamarca ni de Estados Unidos. Para Egede, el futuro de Groenlandia pertenece a los groenlandeses.
Respuestas internacionales y paralelismos históricos
La comunidad internacional ha reaccionado con escepticismo e inquietud. Olaf Scholz, canciller alemán, comparó las amenazas de Trump con las anexiones de territorios ucranianos por parte de Rusia. Mientras tanto, el Kremlin aprovechó la oportunidad para justificar sus propias acciones, sugiriendo un referéndum en Groenlandia, al igual que los controvertidos votos en el este de Ucrania.
Históricamente, no sería la primera vez que Estados Unidos adquiere territorios mediante compra, como ocurrió con Alaska o las Islas Vírgenes. Sin embargo, Trump enfrenta un obstáculo mayor: la autonomía de Groenlandia, cuyo pueblo tiene derecho a decidir su futuro en un referéndum.
Un futuro incierto
Si bien las amenazas de Trump han obligado a Dinamarca a reforzar su presencia militar en el Ártico, es poco probable que logre sus objetivos sin resistencia. El interés del expresidente en Groenlandia refleja una mezcla de estrategia, ambición y oportunismo. No obstante, como señala Gad, cada declaración de Trump genera caos e incertidumbre, y es posible que ni siquiera él tenga claro su próximo movimiento.
En este contexto, Groenlandia permanece en el centro de una lucha por poder, soberanía e influencia global. El futuro de la isla, y su rol en el Ártico, sigue siendo incierto, pero una cosa está clara: los groenlandeses quieren que su destino esté en sus propias manos.