Cada día al encender el televisor, escuchar la radio, leer el periódico y las redes sociales, se habla de un gobierno (el actual y los anteriores) que desarrolla obras millonarias en favor de los panameños, en diversos sectores, llámese infraestructura, transporte público, logística, etc. Todos estos temas y el apoyo social del gobierno a los panameños más humildes parece una labor noble ante las necesidades del pueblo. Pero, qué hacemos en el tema de Salud? Panamá tiene un sistema de salud complejo, que atraviesa por una crisis de la cual no hay un debate nacional y se evidencia la poca iniciativa por parte de los administradores del sistema para tratar dicha crisis. La Caja de Seguro Social (CSS) y el Ministerio de Salud (MINSA) los dos grandes “gigantes” en la atención de la Salud están peor que Goliat, en el suelo y con una herida mortal en su cabeza.
Muchos dirán, de qué crisis escribe este? Seguramente que la persona que hace esta pregunta es porque definitivamente no recibe atención medica pública o es de los afortunados que han gozado de una buena experiencia en la CSS o el MINSA. Que dicha sería que todos pudiéramos decir que el Sistema de Salud, en calidad de atención en bueno integralmente.
El que dice que el Sistema de Salud sirve, miente intencionalmente y de manera descarada o es simplemente un iluso. Pero, entremos en materia… Lo que me mueve a escribir esto, no es animadversión contra algún médico en particular, tampoco mi malestar con los gremios de los profesionales de la Salud, sino lo que he visto y lo que he vivido.
Personas que pasan horas esperando por ser atendidos, pacientes que no son tratados con esa calidad humana necesaria en momentos de enfermedad, malos manejos en la atención médica, falta de camas, y un sin número de cosas que puedo citar, son algunas de las penurias que se enfrentan los panameños en nuestros hospitales y centro de salud a lo largo de todo el país.
En el 2015 mi familia fue testigo del mal manejo de un médico neurocirujano que casi acaba con la vida y el futuro de mi sobrino, al que tuvimos que atender en un hospital privado de manera urgente y con un esfuerzo económico no planificado, porque de lo contrario, los renglones de este escrito tendrían palabras más que de alerta de profundo dolor.
Este 2016 la historia parece repetirse, luego de una operación importante, el poco monitoreo de los médicos da paso a un cuadro convulsivo en una de mis hermanas, que pone a una persona normal en el riesgo de no poder ser rehabilitada. No tengo palabras que puedan transmitir mi descontento y mi dolor ante esta situación. Cuantas personas en Panamá están recibiendo este mismo trato y cuantas personas que entran caminando al hospital salen en un estado de salud deteriorado por la negligencia médica o por un sistema con procedimientos que no permiten la debida atención.
Es duro entrar en detalle, dirán algunos lectores: “no se puede hacer mucho”, o algún pretexto o excusa siempre hallaran otros para justificar al sistema. Pero mientras el Sistema de Salud se cae a pedazos, el gobierno detiene la Ciudad Hospitalaria o de la Salud o cualquiera que sea su nombre. No me importa quien promueva o haya promovido ese proyecto, pero la mala fe, la mala intención y el poco interés de la actual administración deja en evidencia que quienes gobiernan tiene otras prioridades. Es claro que la prioridad de los temas de Salud, es del enfermo y no del Gobierno.
No quiero convertir este escrito en una nota de simpatías políticas, pero no hay nada bueno para el sector Salud en este Gobierno, hasta este momento. El papel lo aguanta todo y aquí puedo culpar al Gobierno, a los médicos, a muchos! Pero mi llamado de alerta es a la gente que usa este Sistema de Salud, ya está bueno de ser pisoteados, Panamá necesita una atención de salud digna. Sé que no es fácil, nadie creo que diga tal cosa, pero dudo que sea imposible contar algún día con una atención de calidad, con doctores que marquen su entrada y su salida, con médicos muy bien pagados que sean de carrera pública solamente y otros de carrera privada.
El día que entre al hospital y vea que los médicos ya no usan su celular para “googlear” medicinas o chatear con familiares mientras trabajan, ese día tendré esperanza. Por ahora solo puedo limitarme a expresarme por esta vía, porque solo no podré cambiar nada.
Que Dios bendiga mi familia y mi país.
Daniel Santos
Ingeniero.
Esto es muy cierto, pero solo protestamos cuandos nos toca.