Donald Trump no es conocido por su discreción verbal, pero sus amenazas a Corea del Norte han alcanzado un nivel hasta ahora desconocido. Este conflicto es extremadamente peligroso, opina Miodrag Soric.
Donald Trump amenaza a Corea del Norte con «una furia y un fuego nunca vistos en el mundo» ¿Por qué el mundo no debe considerar dicha retórica como mera palabrería como las muchas frases pronunciadas por este presidente? ¿Como otro aviso de un presidente narcisista que al final no consumará los hechos? La respuesta es porque esta guerra verbal puede convertirse en una batalla bélica con consecuencias fatales para millones de personas. No sería el primer conflicto que comienza con gestos amenazantes y en algún momento se encuentra fuera de control y desemboca en una guerra destructiva.
El comandante en jefe del Ejército más poderoso
El presidente estadounidense es el comandante en jefe del Ejército más poderoso del mundo. Por lo que debería realmente medir con más minuciosidad sus palabras y solo expresar amenazas de ese tipo si está verdaderamente dispuesto a actuar militarmente. Sin embargo, la cautela, la previsibilidad, la racionalidad y la sensatez no son rasgos del carácter de este presidente. Desgraciadamente. No puede mantener la calma. Todo lo contrario, es una persona impetuosa. Su forma de hacer política es emocional: impulsivo, impaciente y, por eso, peligroso. Precisamente por esta razón, para el anterior presidente estadounidense Barack Obama, Trump no es apropiado como comandante en jefe. Pero los votantes estadounidenses decidieron de otra manera. Se ha perdido ya toda esperanza de que Trump crezca como merece su cargo y que se exprese y actúe con más prudencia. Las palabras de Trump hacia el presidente de Corea del Norte son incluso una prueba más de ello.
Con la amenaza del presidente está ahora en juego la credibilidad de su país. Si Washington cediera, lo que sería en la actualidad lo más razonable, otros dictadores y adversarios de Estados Unidos tomarían definitivamente nota de la situación, en cualquier ocasión seguirían el ejemplo de Corea del Norte y le plantarían cara también a Estados Unidos. En consecuencia, Estados Unidos no debe ahora dar marcha atrás, mostrar debilidad ante la administración criminal de Corea del Norte. Y sin embargo no puede tener lugar una guerra que podría llevar a toda una región al desastre.
Este conflicto solo se puede reducir si ambas partes dan marcha atrás o un mediador honesto ayuda a la desescalada de la situación. Ambas cosas no existen. Ni Estados Unidos ni Corea del Norte quieren ceder hasta ahora. Los posibles mediadores, como China o Rusia, juegan su propio juego. Y es que Pekín y Moscú están en contra de las armas nucleares en manos del régimen de Kim Jon-un, pero temen más al aumento de la influencia estadounidense si se derrocara al dictador norcoreano. Por consiguiente, el statu quo se corresponde absolutamente con un régimen estalinista en Pyongyang a favor de sus intereses nacionales.
¿Al final quién se equivoca?
Aparentemente, Trump no desea más esta situación. Quiere forzar el desarme de Corea del Norte. Pero solo puede hacerlo a través de la violencia, teniendo en cuenta la situación actual. Corea del Norete, por su parte, especula con que Trump no estará dispuesto a comenzar una guerra y continúa con el excesivo armamento. Cree que podrá sobrevivir las próximas décadas al tener una bomba nuclear. Una situación complicada y peligrosa en la que todas las partes podrían equivocarse.
Definitivamente Trump está frustrado, porque su programa gubernamental no avanza, su partido lo deja en la estacada y sus antiguos seguidores están, desde hace tiempo, decepcionados. No sería la primera guerra que se lleva a cabo en el extranjero para desviar la atención de los problemas nacionales.