La elección presidencial en donde se definirá quien será el nuevo inquilino/inquilina de la casa Blanca en los Estados Unidos De América, se celebrará el martes 5 de noviembre. A la par de la elección presidencial también pasara por el escrutinio 435 integrantes de la cámara de representantes y un tercio del senado. Más de 240 millones de personas están habilitados para votar en las elecciones estadounidenses de este año. Aproximadamente un 40% de ellos se abstendrá de hacerlo.
El sistema de elección presidencial de Estados Unidos, es indirecto. Los ciudadanos no eligen directamente al candidato, sino a compromisarios o electores dentro de cada estado que emitirán votos electorales en su nombre. Para ganar las elecciones, el candidato deberá obtener una mayoría absoluta de votos electorales que no siempre coincide con el voto popular.
Compromisarios o electores, son los representantes designados dentro de cada estado para emitir el voto electoral que definirá quién es el presidente. El número total de compromisarios es de 538, equivalente al número de diputados de la Cámara de Representantes (435) más el número de Senadores (100) más los 3 delegados de Washington DC.
El sistema electoral norteamericano se considera el más democrático del mundo. Esto es lo que siempre han dicho a los cuatro vientos los presidentes de Estados Unidos, y lo que su sistema monopolístico de comunicación siempre ha propagado por todo el mundo. Esto ya se ha convertido en sentido común, como lo demuestra una de las máximas nazis más famosas: una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad (en la conciencia del público en general).
Ahora bien nada hace presagiar que estemos ante el fin del papel global de EEUU. A pesar de ello, a lo largo de la última década se ha cuestionado, en repetidas ocasiones, el compromiso estadounidense con la búsqueda de soluciones ante los desafíos globales más acuciantes, subrayando lo que se percibe como una retirada silenciosa del escenario internacional. Así parecen demostrarlo la actual inestabilidad en Oriente Medio, las dudas en torno al futuro de la OTAN o los vaivenes en el apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia.
Por ello, cuando el término “nación indispensable”, acuñado por Madeleine Albright en la década de los noventa, fue revivido por Biden tras el ataque de Hamás a Israel en octubre de 2023, muchos se preguntaron si era una osadía. No lo es. Los datos avalan este diagnóstico: apoyado en su peso político, económico, militar y cultural, EEUU sigue siendo único a la hora de forjar alianzas y asociaciones estratégicas, a pesar de las fuerzas geopolíticas, demográficas y económicas que remodelan de manera drástica el escenario mundial.
Por encima de la división partidista, sigue habiendo una prioridad nacional en EEUU: fortalecer la posición global y el liderazgo del país. La manera de alcanzarlo, eso sí, es distinta según el partido. Pero gane quien gane el 5 de noviembre, seguirá siendo crucial la posición de EEUU frente al cambio climático, las migraciones, el comercio internacional, el desarrollo tecnológico, la rivalidad con China o los compromisos en Oriente Medio,
Parafraseando al politólogo y activista Noam Chomsky señalo que en esta elección del 5 de noviembre 2024 “la vida de la Democracia Universal está en juego y en peligro” y coincidiendo con el maestro podemos asegurar que el escenario mundial no ha variado entre las elecciones del 2020 y las de noviembre 2024.