Este lunes 5 de mayo se cumple un año de celebradas las elecciones generales de 2024, y el panorama político panameño ya empieza a perfilarse con miras al 2029. La falta de liderazgos firmes en los partidos tradicionales, el desgaste previsible del gobierno y el vacío dejado por figuras inhabilitadas, están generando un reacomodo anticipado en el tablero electoral.
Nuevas estrategias, viejas figuras
En la acera opositora, Martín Torrijos y Ricardo Lombana ya han comenzado a mover piezas, cada uno desde su trinchera. Torrijos, que volvió al ruedo en 2024 como candidato por el Partido Popular, no ha ocultado su intención de mantenerse en el radar político. Lombana, por su parte, sigue apostando por consolidar el partido MOCA y su proyecto anticorrupción, con la mira fija en la próxima elección.
En paralelo, empieza a tomar fuerza el nombre del Alcalde del distrito capital Mayer Mizrachi, una figura atípica, disruptiva y con alto nivel de exposición digital. Aunque sin estructura partidaria formal, su estilo directo y su capacidad de comunicación masiva lo posicionan como un posible outsider para el próximo quinquenio.
Alianzas por necesidad
El Partido Panameñista y Cambio Democrático se perfilan como estructuras políticas que podrían buscar alianzas en 2029, más por necesidad que por afinidad ideológica. La debilidad de sus liderazgos internos tras los resultados de 2024 ha dejado en evidencia la falta de figuras.
Por los lados del PRD no existen liderazgos consolidados con perfil presidenciable, y se avocan a una renovación inminente, que podría seguir dividiendo el partido de Omar Torrijos que va camino a convertirse en partido bisagra.
El desafío oficialista Mulinista
Del lado del oficialismo, la situación es igual de compleja. Varios de los actuales ministros, entre ellos José Ramón Icaza, Felipe Chapman y Juan Carlos Navarro, tienen un perfil débil, siendo los ministros evaluados recientemente por la encuestadora Doxa Panamá, para la emisora Arca Media. A excepción del presidente José Raúl Mulino, quien mantiene un nivel de conocimiento alto (96%) y una imagen positiva del 68%, el resto del gabinete carece de proyección electoral fuerte. El desgaste natural del ejercicio gubernamental podría agudizar esta debilidad, afectando sus posibilidades de continuidad.
¿Camacho, el nuevo ungido?
Tras estar en este momento inhabilitado muchos se preguntan quién será el heredero político de Ricardo Martinelli dentro de Realizando Metas (RM), si este último no consigue una amnistía o un fallo favorable en la Corte Suprema de Justicia con relación al caso New Business.
La figura de Luis Eduardo Camacho se alza como una de las cartas más claras en caso de que Martinelli quede definitivamente fuera del juego político. Históricamente leal al expresidente y con amplia experiencia mediática, es reconocido como un estratega surgido de los barrios populares, de verbo irreverente con fuerte contenido social.
¿Y la Coalición VAMOS?
La plataforma ciudadana Coalición VAMOS, que agrupó a independientes y sectores progresistas en 2024, también evalúa su papel de cara al próximo ciclo electoral. Sin embargo, su principal figura, el exdiputado Juan Diego Vásquez, no podrá aspirar a la Presidencia en 2029 debido a que no cumplirá con el requisito constitucional de edad mínima (35 años) para ese año.
Ante esta limitante, todas las miradas se dirigen hacia Gabriel Silva, también exdiputado y rostro reconocible del movimiento, quien sí cumpliría con los requisitos y podría asumir la bandera presidencial de VAMOS. Su reto será consolidar una estructura con capacidad territorial y retener el capital político alcanzado en 2024.
Aunque todavía falta tiempo para 2029, los primeros movimientos ya están en marcha. La política panameña se prepara para un nuevo ciclo que, al parecer, estará marcado por tres constantes: la debilidad institucional de los partidos tradicionales, la consolidación de figuras alternativas y la posibilidad de que el desgaste del poder abra espacio a nuevas alianzas y liderazgos emergentes.
En este ajedrez, todos los jugadores están activos, aunque algunos ya piensan en el jaque mate.