México, Canadá y Estados Unidos quieren organizar juntos el Mundial de Fútbol 2026. El proyecto tiene buenas perspectivas de éxito, pero también enfrenta algunos problemas.
El Mundial 2026 marcará en varios sentidos un hito para el fútbol internacional. Será el primer torneo con 48 equipos. Y es probable que sea también el primero en jugarse en tres países: Estados Unidos, México y Canadá. Según la propuesta de los presidentes de las tres federaciones, que presentaron su postulación conjunta, México sería anfitrión de 10 de los 80 partidos, al igual que Canadá. El grueso se jugaría en Estados Unidos, lo que no dejó de causar cierta molestia entre los hinchas aztecas, que hablaron de «migajas”.
No obstante, hay factores que hablan a favor del megaproyecto, comenzando por las dimensiones que tendrá el torneo, con el que la FIFA pretende ganar cerca de 560 millones de euros adicionales.
Puntos a favor:
Costos compartidos: Un mundial con 48 equipos participantes superará el volumen de costos de los torneos realizados hasta la fecha. El campeonato ha de durar 32 días, como hasta ahora, y se desarrollará en 12 estadios. Pero la cantidad de partidos aumentará en 16. Más juegos y más jugadores implican más gastos en organización, alojamiento de los equipos, seguridad e infraestructura. Por regla general, la única que gana dinero con los mundiales es la FIFA. En vista de eso, parece sensato querer compartir los costos.
El boom futbolístico: En Norte y Centroamérica crece el interés por el fútbol y las ventajas de Europa en la materia van disminuyendo. Los partidos de la liga mexicana llegan a un promedio de 26.794 espectadores; en Canadá, a 22.860, y en Estados Unidos a 21.692 (datos de fines de 2016). La tendencia es ascendente.
México tiene una gran tradición futbolística y ya fue anfitrión de los torneos mundiales de 1970 y 1986. Canadá, por su parte, organizó el de fútbol femenino de 2015 y el Sub-20 en 2007.
En los tres países hay grandes estadios y solo algunos de ellos tendrían que ser modernizados o adecuados a los requerimientos de la FIFA.
Acercamiento político: La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos tensó considerablemente las relaciones entre este país y México. El debate sobre deportaciones, controles limítrofes y un muro en la frontera ensombrece el diálogo bilateral. Pero, pese a esa compleja situación política, los dos países siguieron trabajando de manera mancomunada en el proyecto del Mundial 2026, lo cual es una señal positiva. La cooperación en materia deportiva podría acercar a ambas naciones.
Puntos en contra
Largos viajes: Un torneo compartido entre Canadá, México y Estados Unidos tendría realmente dimensiones continentales. Desde Toronto hasta Ciudad de México hay 3.300 kilómetros, en línea recta. El tiempo de vuelo es de casi 10 horas. Y eso representa un nuevo nivel en cuanto a desplazamientos de los participantes, con el consiguiente estrés del viaje a través de diferentes zonas horarias y climáticas. Las diferencias de temperaturas entre Canadá y México pueden llegar a ser considerables.
Altos costos para la hinchada: Los fanáticos del fútbol deberían estar en el centro de la atención. Cientos de miles de ellos suelen llegar a los países anfitriones para respaldar a sus selecciones, lo que de por sí supone un gasto importante en vuelos y hoteles. Un mundial repartido entre tres países aumentaría aún más los costos para los hinchas, porque tendrían que hacer vuelos más largos para seguir a sus respectivos equipos.
El entusiasmo: Los mundiales siempre han sido exitosos cuando se ha generado una verdadera atmósfera de torneo, cuando anfitriones y visitantes han festejado juntos y las diversas culturas se han mezclado alegremente en las graderías de los estadios y en las calles. Pero, ¿se podrá crear ese ambiente a lo largo y ancho de tres países enormes? Difícil. El Mundial sería a lo sumo una fiesta puntual en las sedes de los partidos. El hecho de que el fútbol tenga un papel relativamente secundario en Estados Unidos y Canadá es un agravante adicional.
Autor: Joscha Weber