El pasado 27 de octubre, la lotería Powerball de Estados Unidos sorteaba uno de los premios más importantes de su historia, un bote de 688 millones de dólares. Efectuado el sorteo, los organizadores anunciaron que habían sido premiados dos ganadores, uno en la ciudad de Nueva York y otro en el estado de Iowa.
Lerynne West no se enteró hasta muchas horas después del sorteo. Madre soltera con tres hijas, que vive en Redfield, población pequeña de 800 habitantes y que es analista de adquisiciones financieras, escuchó en los noticiarios que uno de los dos afortunados era de Iowa, se acordó de su boleto y se puso a buscar el que ella compró.
Pasó un buen rato sin conseguir encontrarlo en ninguna parte, hasta que decidió llamar a su hermana para que revisara en el interior de su camioneta, en la que habían viajado el día antes. Allí estaba, tirado en el suelo de la camioneta. Un trozo de papel valorado en 344 millones de dólares, su hermana le envió una foto del boleto y pudo comprobar en la web oficial que los números 8, 12, 13,9 y 27 y complementario número 4 de su boleto eran los de la combinación ganadora.
«Nadie me creía, pensaban que estaba loca», asegura Lyrenne en declaraciones al National Post. A sus 51 años, la nueva multimillonaria tiene claro qué hacer con el dinero. Dará parte a sus tres hijas y a otros familiares, se asegurará que sus nietos puedan estudiar en la universidad y creará la Fundación Callum, donde personas en apuros puedan buscar ayuda financiera. Una idea que tuvo hace meses, cuando uno de sus nietos nació de forma prematura y sólo sobrevivió un día.
En Estados Unidos es posible elegir entre cobrar el premio íntegro y que se entregue prorrateado a lo largo de 25 años, o cobrarlo en efectivo de manera inmediata, que lleva un importante descuento. Lyrenne ha escogido esta segunda opción y ya ha recibido 198 millones de dólares, para cumplir todos sus sueños.