Un matrimonio inglés, cuyo único descendiente era un apasionado de las motos de gran cilindraje, llevaba dos días desaparecido, y cuando lo encontraron había fallecido tras sufrir un accidente de moto. A pesar de la desolación por la pérdida de su único descendiente con 26 años, actuaron con rapidez a la hora de conseguir dejar un legado que el destino les había arrebatado. Poco después de encontrar el cuerpo de su hijo, contrataron a un urólogo que infringiendo las leyes de Reino Unido, extrajo, congeló y almacenó el semen durante un año. A pesar de que cuando encontraron el cadáver llevaba más de un día fallecido, se pudo realizar la extracción del semen, ya que sobrevive en el cuerpo humano hasta 72 horas de su fallecimiento.
Quien hizo la extracción «incumplió la ley, igual que quién almacenase y lo exportase hasta su destino final», explica Alan Pacey, ex director de la Sociedad Británica de Fertilidad. La familia no quiso arriesgarse a someter la posibilidad de tener un nieto a la decisión que tomase la Autoridad de Fertilidad y EmbriologÍa Humana (HFEA), que no ha sido capaz de confirmar si ha revisado el caso, y tras un año de trámites, decidieron que había llegado el momento de poner rumbo a Estados Unidos. Para este fin, contrataron un mensajero especializado en traslados médicos que transportó la muestra hasta la clínica de fecundación in vitro La Jolla en San Diego.
El centro de fecundación es una referencia a nivel mundial en técnicas de reproducción asistida, así como reconocida por contar en su plantilla con uno de los médicos de mayor prestigio dentro de la reproducción asistida. El doctor David Smotrich presume de haber ayudado a numerosas personalidades británicas a saltarse las leyes de fertilidad de Reino Unido, entre ellas la que prohibe que los padres elijan el sexo de su bebé.
De esta forma y bajo su supervisión, nació el pequeño en 2015 con la colaboración de una donante americana y otra persona que ejerció de vientre de alquiler. Gracias a las técnicas de selección de género , los abuelos se aseguraron de que el sexo del bebé fuera varón, y ser nombrados tutores legales, así como estar presentes en el momento del nacimiento. El niño que actualmente tiene tres años, vive junto a su familia en las islas británicas.
«La pareja inglesa perdió a su hijo en trágicas circunstancias y querían desesperadamente tener una descendencia a través de un nieto. Fue un privilegio poder ayudarles», confirmó el doctor Smotrich a The Mail of Sunday. «Producir un niño utilizando semen post mortem es extremadamente raro,solo lo he hecho unas cinco veces. Además, lo que querían era alguien que pudiese crear un legado, por lo que querían un chico y lo que nosotros hemos hecho no está disponible en Reino Unido, donde la selección de género es ilegal»
También confirmó que los abuelos fueron «muy específicos» acerca del tipo de persona que querían como donante de óvulos, y madre de alquiler, ya que debía ser alguien que encajase con el tipo de mujer que ellos creían que su hijo se habría casad en términos de aspecto físico,intelecto y nivel educativo. Smotrich aún recibe postales de la familia por Navidad y conserva parte del esperma del hijo y tres embriones congelados. «No estoy aquí para juzgar quién debe ser padre y quién no. Por lo que me han contado él quería tener hijos, y yo estoy contento de poder dar un final feliz a una trágica historia».
El galeno ha estimado los costes del procedimiento entre 70.000 y 115.000 euros, además de asegurar que los padres podrían enfrentarse a delitos graves en su país, ya podrían ir a la cárcel por llevar a cabo todo el proceso sin el consentimiento de su hijo. Todas las partes implicadas en territorio europeo, desde el uròlogo hasta el mensajero incluidos los que aceptaron el almacenamiento del semen, podrían enfrentarse a responsabilidades legales si su identidad sale a la luz.
En Reino Unido se producen sobre cinco nacimientos al año con técnicas de fecundación in vitro en las que el padre ya no vive en el momento del nacimiento del bebé, normalmente se lleva a cabo la extracción cuando el progenitor todavía respira o se utilizan embriones creados con fecundación in vitro antes de su muerte y siempre es obligatorio su autorización.